Mierda de murciélago
(o el origen de todo) 
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Caca de murciélago. El orígen del virus.
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Mierda de murciélago

(O EL ORIGEN DE TODO)

En esta investigación, le contaremos la otra historia sobre el origen del virus. Cuáles son los actores, los momentos, y aun los procedimientos de creación de la quimera viral que se ha vuelto el diminuto centro de la humanidad en el último año largo. Esta historia alternativa -que por alguna extraña razón ahora mismo parece haber madurado de golpe y está apareciendo repetida en muchos medios alrededor del mundo- podría cambiar completamente el juego en lo que hace a la pandemia.

ESCRIBE: ALDO MAZZUCCHELLI


/ En esta investigación, le contaremos pues la otra historia sobre el origen del virus -y sobre Shi Zhengli y sus asociados. Cuáles son los actores, los momentos, y aun los procedimientos de creación de la quimera viral que se ha vuelto el diminuto centro de la humanidad…

-La creación de un virus quimérico a través de los estudios de ganancia de función 

-¿Intento de ocultamiento? Sería “el mayor cover up en la historia del mundo” 

-El rol de los financistas de la investigación, y la preocupación de políticos y militares 

-Las distintas hipótesis sobre los motivos, y quién podría haber ganado algo con todo esto 

PORTADA 

Shi Zhengli (o Zheng-Li Shi), la “mujer murciélago”, se convirtió hacia comienzos del 2020 en una celebridad mundial. Notas periodísticas en los grandes medios globales la describieron como una heroína en la lucha contra los virus, una incansable expedicionaria en las peligrosas cuevas infestadas de murciélagos del sur de China, y un modelo para las jóvenes que buscaban comenzar su carrera en la ciencia. Los grandes medios globales parecen seguir convencidos de una versión única y oficial de la historia, ofrecida y respaldada sobre todo por ella, según la cual, en el caso del SARS-CoV-2 (en honor de la síntesis le llamaremos SARS2) estamos ante una zoonosis clásica, en que un virus salta de una especie animal al hombre luego de un proceso evolutivo natural. Después de meses de rebuscar información que contradice esa versión oficial, y habiendo reunido ya una estructura argumental razonable como para presentarla al lector, nos encontramos en condiciones de narrarla con cierto nivel de detalle. 

En esta investigación, le contaremos pues la otra historia sobre el origen del virus -y sobre Shi Zhengli y sus asociados. Cuáles son los actores, los momentos, y aun los procedimientos de creación de la quimera viral que se ha vuelto el diminuto centro de la humanidad en el último año largo. Esta historia alternativa -que por alguna extraña razón ahora mismo parece haber madurado de golpe y está apareciendo repetida en muchos medios alrededor del mundo- podría cambiar completamente el juego en lo que hace a la pandemia. 

 Y esa información acumulada apunta, primero, a una conclusión casi inevitable: el SARS-CoV-2 sería, efectivamente, un virus armado artificialmente en laboratorio para hacerle multiplicar contagiosidad y letalidad, lo cual se ha intentado ocultar de modo hasta graciosamente evidente -y notablemente torpe- desde el comienzo de su estreno público en Wuhan. ¿Para ocultar un error científico catastrófico, o una acción de guerra deliberada y sin precedentes? 

Una vez establecidas las crecientes pruebas de ese origen, se trata de plantear las posibilidades sobre cómo pudo haber ocurrido la liberación -accidental, o deliberada- del virus; indagar el quiénes de ello, y plantear un abanico de posibles por qué -lo cual, desde luego, sólo puede hacerse especulativamente. 

 Por Aldo Mazzucchelli 

1 El zoólogo financista

 “Soy inglés, pero mi apellido es ucraniano”, aclara con orgullo Peter Daszak sentado en lo que parece ser un rincón del lobby de un hotel caro y de mal gusto en Singapur. Los “tonos crema y marrón” predominan. Habla con Vincent Racaniello, profesor del departamento de microbiología e inmunología del Colegio Médico de Columbia University, que a su vez lleva un programa de entrevistas sobre virus con relativa audiencia en YouTube, “Esta semana en Virología” (TWiV por sus siglas en inglés). Estamos en mayo de 2019. 

 Daszak es el presidente de la EcoHealth Alliance (EHA), que tiene sede en New York. “¿Qué es?“, pregunta Racaniello. -“Bueno, es una típica organización de caridad“, explica Daszak. “Una organización sin fines de lucro. Nuestra estrategia es investigar, con fondos del gobierno y de otras fuentes, publicando en las mejores revistas que podamos. Pero luego, es tomar la ciencia y hacer algo práctico con ella, hacer algo en el territorio. Me gusta intentar mezclar ambas cosas… Estamos en un campo aplicado, o sea que es hermoso ver que logramos hacer esa diferencia“. 

 Daszak impacta como un sujeto notablemente poco interesante. Con la mirada apagada, una cara indefinida, un aspecto totalmente común, edad apenas más que mediana, y un tono de voz bastante monocorde, que comunica con ritmo burocrático acerca de los programas de investigación y el modo en que consigue fondos para la fundación que preside hace diez años. “Desde que tengo ocho años quise ser zoólogo“, explica en un raro momento de entusiasmo que se apaga enseguida. “Soy un fanático de los reptiles“. 

 La EcoHealth Alliance está considerada una organización 501c3 en Estados Unidos. “Tenemos la suerte de haber sido considerados siempre una organización caritativa con objetivos de conservación, salvando la vida silvestre“. Por ello es que la EHA puede acceder beneficiosamente a fondos de donantes privados de todo tipo, más fondos públicos, más lo que recaudan en una gala anual que celebran en New York, “todas estas cosas sin fines de lucro que hacemos” dice al pasar Peter Daszak. “Pero más del 80% de los fondos que gastamos vienen del gobierno federal“.

Bien. De allí viene el dinero, pues, para los laboratorios asociados que la EHA tiene en “unos treinta países”. Luego de explicar su ideología que liga las “nuevas pandemias” con la “deforestación” (“se abre una nueva carretera a través de la selva. La gente va ahí, caza animales, y ahí aparece un nuevo patógeno“), Daszak liga este concepto con la aparición del primer SARS. Y entonces viene algo sorprendente, cuando explica sobre uno de los programas que la EcoHealth Alliance estaba financiando por entonces:

 – “…Intentamos buscar patrones de tráfico animal que incluyan el riesgo de que emerjan nuevas enfermedades, así es que hicimos un par de cosas. La primera es en torno al SARS. Nos concentramos en el coronavirus del SARS… la primer pandemia de este siglo. Intentamos rastrear desde el mercado hacia atrás, qué especie había sido que había traído el virus. Encontramos que habían sido murciélagos, no civetas. Buscamos de dónde habían venido, fuimos al sur de China y comenzamos a vigilar a los murciélagos del sur de China, y después de seis o siete años de hacerlo encontramos más de cien nuevos coronavirus relacionados al SARS. Muy parecidos al SARS. Algunos de ellos infectan células humanas, en el laboratorio. Algunos de ellos pueden causar la enfermedad SARS en ratones “humanizados” modelo, y no son tratables con monoclonales terapéuticos, y usted no puede vacunar contra eso tampoco. De modo que se trata de un peligro claro y presente. 

 Luego de esta revelación, que de todos modos -como veremos- ya estaba publicada y era conocida por la zona especializada de la comunidad científica, revelación perdida allá por el minuto 27 o 28, Racaniello se interesa y sigue preguntando. 

 -Usted dice que son diversos tipos de coronavirus, que no se puede vacunar contra ellos, que no hay antivirales… Entonces ¿qué hacemos? 

 – Bueno, usted es virólogo y sabe de esto. Los coronavirus son… uno puede manipularlos en el laboratorio con mucha facilidad. Es solo que la proteína “espiga” (o proteína “pico”: ‘spike protein’) es responsable por mucho de lo que pasa con estos coronavirus, su riesgo zoonótico. De modo que usted puede obtener la secuencia, construir la proteína -y nosotros trabajamos con Ralph Baric, de la Universidad de North Carolina, que hace esto- insertar esta proteína en la “espina dorsal” [se refiere a la estructura básica] de otro virus, y trabajar un poco con eso en el laboratorio. Así uno puede mejorar su capacidad de predicción cuando encuentra una secuencia. Uno tiene esta diversidad. Ahora, la progresión lógica para las vacunas es, si uno va a desarrollar una vacuna contra el SARS, se usará SARS pandémico para eso. Pero intentemos insertar alguna de estas otras (proteínas)… relacionadas, y obtener una vacuna mejor.” 

 Lo que menciona al pasar Daszak, casi como algo rutinario y “con mucha facilidad” -la manipulación y creación en laboratorio de nuevas proteínas que se insertan en otras estructuras virales creando “quimeras” biológicas que resulten en virus patógenos potencialmente letales- está en realidad en el centro de debate sobre la actual situación mundial.

 2 El eufemismo fundamental 

 Se trata del tipo de investigación sobre virus que se conoce, en una traducción literal del eufemismo original, como “investigación de ganancia de función” (gain of function research), lo que debería quizá traducirse más brutalmente como intervención biogenética para el aumento de la letalidad de un potencial patógeno. Este video, que tiene solo unas 70.000 vistas en YouTube, abre la puerta a una serie de interrogantes que en esta nota presentaremos ordenadamente al lector. ¿Cuáles son los riesgos de este tipo de investigación? ¿Cuál es la historia y las alarmas que despertó en gobiernos y científicos, especialmente en la última década? ¿Cuáles fueron las medidas que se tomaron en función de esas alarmas, y cómo fueron hábilmente gambeteadas por gente como Daszak? ¿Cuál es la relación entre la investigación civil y la propiedad militar de los descubrimientos tecnológicos hechos por civiles, según las leyes de China? Y finalmente, luego de mostrar y repasar las publicaciones de 2015 en adelante que informan con todo detalle que se había logrado ya la creación artificial de un patógeno como el SARS-CoV-2 modificando coronavirus inofensivos de murciélago, las dos preguntas obvias: ¿es entonces el SARS-CoV-2 una quimera fabricada en laboratorio, o es un virus que evolucionó naturalmente en la vida silvestre y eventualmente saltó fuera de ella para infectar humanos? Y, en cualquiera de los dos casos, ¿fue el virus dejado escapar de China a propósito como parte de una acción militar encubierta que contó con aliados en Occidente, o fue un accidente que el gobierno chino y las autoridades sanitarias y políticas globales hicieron todo lo que estaba en su mano por contener? 

 3 Riesgos salvajes, riesgos científicos, riesgos político-militares


 Parte fundamental de la ideología de Daszak repite, como si fuese cosa de la que no cabe dudar, incluye tres conceptos: primero, que las pandemias zoonóticas son un riesgo tremendo e inminente para toda la humanidad. Segundo, que ese riesgo justifica investigaciones de laboratorio, aunque ellas crean el riesgo -para muchos críticos en la comunidad científica, mucho más grave- de escapes de patógenos. Tercero, que la investigación científica en entidades como estas, que tienen un claro interés para esa terrorífica rama de lo militar conocida por “guerra biológica”, deben conducirse en medio de la más cándida “transparencia”. 

 3.1 Riesgos político militares. La “fusión civil-militar”  en China

Para empezar apenas por el tercer aspecto, podemos tener una intuición sobre el modo como los responsables de estas investigaciones enfocan el potencial de riesgo político-militar involucrado, oyendo el enfoque que le da Daszak. -“Es todo ciencia colaborativa”, explica en otro momento de la citada entrevista. “Ahora hay una paranoia creciente en torno a colaborar con China” dice, con velado tono de reproche. Pero “la colaboración científica es abierta y transparente debido a la naturaleza de lo que intentamos hacer: descubrir rápidamente, entender lo que implica, publicarlo en una revista de alto impacto. Eso ha sido bueno para nosotros, y es bueno para los Estados Unidos. Tenemos que fortalecer esa agenda”. 

 Ciencia transparente entre norteamericanos y chinos, manipulando patógenos potencialmente devastadores. Resultados publicados abiertamente en revistas de alto impacto. ¿Qué puede salir mal? En la charla entre Daszak y Racaniello no se deja claro dónde estaba ocurriendo la investigación de ganancia de función que se analiza, pero el zoólogo menciona lateralmente lo que él llama “paranoia respecto a colaborar con China”. Daszak dice eso, porque la investigación que menciona se desarrollaba por ese entonces, con fondos mayormente norteamericanos (en un 80%, fondos federales, de ciudadanos contribuyentes al fisco de ese país), justamente en China. ¿Dónde? En el Instituto de Virología de Wuhan, por parte de un equipo conjunto de científicos chinos y norteamericanos. 

 El Instituto de Virología de Wuhan Academia China de Ciencias es uno de los laboratorios con más altos estándares de seguridad en el mundo, y en China. Su reforma, que lo llevó a ese nivel de bioseguridad 4, fue concluida en 2015, en una colaboración de diez años del gobierno chino con Francia. Depende absolutamente del Estado chino. El Instituto cuenta con un Consejo Asesor, del cual forman parte oficiales e investigadores militares. Es que, en realidad, no hay una separación posible entre los logros científicos y técnicos llevados adelante por civiles, y lo que el ejército chino -el llamado Ejército de Liberación del Pueblo, que cuenta con 2.1 millones de efectivos- controla y considera su propiedad. 

 Instituto de Virología de Wuhan en la niebla, año 2021 

En efecto, en China está en vigor una política de Estado que se conoce como “fusión civil-militar”. Un reporte de Chriss Street, que tomaba como base un informe del think tank militar C4ADS, revelaba en setiembre de 2019 que “China, a través de su estrategia de Fusión Militar-Civil, pretende integrar plenamente su base industrial civil en la cadena de suministro del Ejército Popular de Liberación.” El concepto de fusión civil-militar, comenta un médico norteamericano que está investigando a fondo el origen del SARS2, “implica que la investigación tecnológica norteamericana en manos chinas pasa a ser inevitable y automáticamente compartida con el ejército chino. Convertir virus inofensivos en patógenos letales es una tecnología de gran importancia militar, y cualquier investigador o instituto chino tendrá la obligación de reportar ese tipo de trabajo a las autoridades del Partido en China, como parte de la Fusión Civil-Militar. ” [Breggin y Breggin, COVID-19 and the Global Predators”. En prensa. p. 30]. 

 El Departamento de Estado norteamericano ha advertido específicamente al respecto en un informe titulado “What is Military Civil Fusion (MCF)?”: “La fusión civil-militar (FCM) es una estrategia nacional del Partido Comunista Chino para que el ELP llegue a ser un ejército “del máximo nivel mundial” hacia 2049. Bajo la FCM el Partido está adquiriendo la propiedad intelectual, la investigación clave, y los avances tecnológicos de los ciudadanos, investigadores, académicos e industria privada de todo el mundo, a efectos de promover los objetivos del Partido“. (Idem, nota 28. Curiosamente, la página del Departamento de Defensa donde estaba publicado este documento ha sido “archivada” por la nueva administración). 

 Este reporte, hoy desaparecido, es reforzado por un estudio publicado el 30 de noviembre en la revista especializada en relaciones internacionales en el sudeste asiático, The Diplomat. En él se menciona la “orwelliana” Ley Nacional de Inteligencia puesta en efecto por China en 2017, la que obliga a los ciudadanos chinos a “apoyar, ayudar y cooperar con las labores de inteligencia del Estado”. Lo mismo ocurre con todas las organizaciones civiles de cualquier tipo.

 “Es un error fundamental” -explica Bonnie Girard, autora del reporte- “creer que Beijing se preocupa por cumplir los acuerdos de utilizar la tecnología que compra a Estados Unidos sólo en aplicaciones civiles, una condición de sus compras a empresas estadounidenses. La falacia se ve subrayada por la perspectiva de China sobre el papel de sus ciudadanos y su relación con el Estado chino. … no cabe duda de que muchas empresas chinas han absorbido a lo largo de los años tecnologías de uso comercial de forma benigna en un principio, para luego reaparecer en aplicaciones de uso militar.

“ ¿Qué tan peligroso puede ser que Estados Unidos financie y comparta todos los descubrimientos y métodos de trabajo en laboratorio en investigaciones de un patógeno potencialmente letal -es decir, una potencial arma para la guerra biológica- con investigadores -en principio, civiles- de un laboratorio que pertenece al Estado chino? ¿Esa tecnología así obtenida, deberá ser comunicada al Ejército de Liberación del Pueblo chino, o pertenecerá simplemente a la “comunidad científica internacional” en el marco de la “transparencia” en la que se basa la visión de Peter Daszak? 

 Para aumentar las normales preocupaciones que de todo este panorama despertaría, el Daily Mail ha declarado recientemente haber tenido acceso a documentos que confirman que el Instituto de Virología de Wuhan no es meramente un lugar de investigaciones civiles. Ian Birrell escribe sobre “nuevas y preocupantes pistas sobre el origen del Covid: cómo los científicos del laboratorio de Wuhan ayudaron al ejército chino en un proyecto secreto para encontrar virus animales”, y comenta por ejemplo que “los científicos que estudian las enfermedades de los murciélagos en el laboratorio chino de máxima seguridad de Wuhan participaron en un proyecto masivo para investigar los virus animales junto con importantes oficiales militares, a pesar de que negaron haber tenido tales vínculos.” 

 El reporte documenta que “entre los cinco jefes de equipo del plan se encuentran Shi Zhengli, la viróloga del WIV apodada “la mujer murciélago” por sus viajes para encontrar muestras en cuevas, y Cao Wuchun, un alto oficial del ejército y asesor del gobierno en materia de bioterrorismo. El profesor Shi negó el mes pasado las acusaciones de EE.UU., diciendo: “No sé de ningún trabajo militar en el WIV. Esa información es incorrecta”. Sin embargo, el coronel Cao figura en los informes del proyecto como investigador de la Academia de Ciencias Médicas Militares del Ejército Popular de Liberación, trabaja en estrecha colaboración con otros científicos militares y es director del Comité de Expertos en Bioseguridad Militar. Cao, epidemiólogo que estudió en la Universidad de Cambridge, incluso forma parte del consejo asesor del Instituto de Virología de Wuhan. Fue el segundo al mando del equipo militar enviado a la ciudad bajo el mando del general de división Chen Wei, máximo experto en biodefensa del país, para responder al nuevo virus y desarrollar una vacuna”. 

 Coronel Cao Wuchun, miembro del Consejo Asesor del Instituto de Virología de Wuhan (izq.) y General Mayor Chen Wei, máxima experta en biodefensa de China 

El Departamento de Estado norteamericano emitió el 15 de enero último una “Hoja de Datos” (Fact Sheet) que, alegando información clasificada a su disposición, no revelada aun, puede afirmar que “A pesar de que el Instituto de Virología de Wuhan (IVW) se presenta como una institución civil, Estados Unidos ha determinado que el IVW ha colaborado en publicaciones y proyectos secretos con el ejército de China. El IVW ha participado en investigaciones clasificadas, incluidos experimentos con animales de laboratorio, en nombre de los militares chinos desde al menos 2017.” Agrega además que hubo empleados del IVW enfermos ya en el otoño de 2019. 

 Según una muy reciente nota en el Wall Street Journal que es el primer periódico “mainstream” que presta atención seria a la posibilidad hasta ahora descartada como “pura conspiranoia” por todo el establishment globalista -incluyendo los repetidores locales en Uruguay- tres senadores han solicitado al actual Secretario de Estado Antony Blinken que “libere los documentos vinculados a las afirmaciones” contenidas en la Hoja de Datos mencionada.

3.2 Riesgos científicos 

 Pero no nos adelantemos, porque aun nos falta saber de qué estudios concretos estamos hablando, lo que consiguieron, y qué relación puede tener esto que ver con la pandemia de COVID-19. Para ello, deberemos remontarnos al año 2012 como mínimo. Por entonces estalló en Estados Unidos y en parte de la comunidad científica internacional un debate acerca de los peligros inherentes a los estudios de ganancia de función en virus. ¿Valen la pena? 

 El 23 de enero de 2012 un grupo de 40 prominentes investigadores de virus de la influenza anunciaron una pausa en cualquier investigación de ganancia de función del virus H5N1. La idea que los científicos proponían era que esa moratoria diese tiempo para que la comunidad científica pudiese explicar los potenciales beneficios de ese tipo de investigación, y los gobiernos pudiesen revisar los protocolos de seguridad correspondientes. Este tipo de preocupación se remonta al menos a 1975, donde en una famosa conferencia en Asilomar, en California, se dio forma a la discusión ética dentro de la comunidad científica respecto de los por entonces recién posibles experimentos con la tecnología de ADN recombinante. 

 En 2012 entra en esta historia un personaje que sigue siendo fundamental en ella: el Dr. Anthony Fauci (nacido en Brooklyn en 1940). Fauci es hoy conocido mundialmente como algo así como el “experto mundial en la estrategia de respuesta al COVID-19”. El Dr. Anthony Fauci tiene una larga carrera en el National Institute for Allergy and Infectious Diseases (NIAID), dependiente del National Institutes of Health (NIH), la que se remonta a los años 70, cuando ingresó y comenzó a ascender por la escala científico-burocrática. Para el año 81, al estallar toda la conceptualización del por entonces novedoso SIDA, jugó un rol decisivo en la dirección del combate a la entonces recientemente aparecida “emergencia sanitaria”. El 2 de noviembre de 1984 asumió como Director del NIAID, cargo que aun ostenta. En esa capacidad, no puede ser un personaje extraño a la política. Ya cuenta con más de 250 apariciones para testimoniar ante el Senado o la Cámara de Representantes norteamericana, y ha construido una figura pública notablemente visible, una especie de “héroe de la lucha contra las enfermedades infecciosas”, en base a su evidente simpatía, “calma ante la tormenta”, talento político, y claridad para exponer. 

 Dr. Anthony Fauci con su esposa, Christine Grady. 2020.

 Allá en 2012, un mes antes de que Obama fuese por su reelección, Fauci publicó su opinión sobre la moratoria, donde sutilmente abogaba por el retorno de la investigación de ganancia de función, en la que en su opinión “los beneficios superan a los riesgos”. La moratoria unilateral fue levantada luego de algunos meses, pero la polémica siguió. 

 En 2013 otro grupo cargado de nombres prestigiosos como los de Paul Offit, Marc Lipsitch, Sir Richard Roberts o Michael J. Imperiale, que se denominó Foundation for Vaccine Research, escribió al entonces presidente, Barack Obama, pidiéndole que detuviese las investigaciones de ganancia de función. La polémica, pues, continuaba, con lobby y presiones de ambos bandos. La cuestión estallaría debido a un conjunto de eventos desafortunados, en 2014. 

 La revista The Lancet (que jugará un rol destacado por varios motivos en toda esta historia) publicaba en febrero de 2018 un interesante y equilibrado reporte sobre este aspecto de la cuestión, firmado por Talha Burki. En él recordaba que “en 2014, varios incumplimientos del protocolo en laboratorios del gobierno de Estados Unidos pusieron el asunto en evidencia. La noticia de que cientos de trabajadores de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) pudieran haber estado expuestos al ántrax, que se hubieran dejado frascos de virus de viruela en un almacén de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) y que los CDC hubieran enviado involuntariamente muestras de virus de la gripe común contaminados con el H5N1, hizo tambalear la fe en los procedimientos de bioseguridad del país. Más de 200 científicos firmaron la declaración del Grupo de Trabajo de Cambridge en la que se abogaba por el cese de los experimentos de creación de posibles patógenos pandémicos ‘hasta que se haya realizado una evaluación cuantitativa, objetiva y creíble de los riesgos, los posibles beneficios y las oportunidades de mitigación de riesgos, así como la comparación con enfoques experimentales más seguros'”. 

 Bajo la administración Obama, la balanza se inclinaba pues hacia el lado de la seguridad. El 17 de octubre de 2014 el decreto exponía que el gobierno abría un proceso de deliberación sobre beneficios y riesgos de la investigación de ganancia de función, y que “durante el período de deliberación, el Gobierno de los Estados Unidos establecerá una pausa en la financiación de cualquier nuevo estudio que incluya ciertos experimentos de ganancia de función con los virus de la gripe, el SARS y el MERS. Específicamente, la pausa en la financiación se aplicará a los proyectos de investigación de ganancia de función que puedan anticiparse razonablemente para conferir atributos a los virus de la gripe, el MERS o el SARS de manera que el virus tenga una patogenicidad y/o transmisibilidad mejorada en los mamíferos a través de la vía respiratoria.”

 El mismo artículo del Lancet sintetiza las posiciones en juego. Carrie Wolinetz, Jefa de la Oficina de Políticas Científicas de los NIH, da la visión oficial en favor: “Los experimentos de ganancia de función nos permiten entender cómo evolucionan los virus pandémicos, de modo que podemos hacer predicciones, desarrollar contramedidas y vigilar la enfermedad“. Ian Mackay, de la Universidad de Queensland, Brisbane, Australia, retruca: “Ni siquiera podemos predecir lo que van a hacer las actuales cepas de gripe estacional de una temporada a otra… Tenemos vacunas, pero no sirven de mucho, y en lugar de concentrarnos en la comprensión de estos virus y en la mejora de las vacunas, prefieren preocuparse por los virus que aún no se han hecho transmisibles y puede que nunca lo hagan“. Marc Lipsitch, de Harvard, es más duro: “Yo quisiera que cuando se realice cada revisión del NHS, alguien exponga el argumento de que las cepas son todas diferentes, y que podemos aprender mucho sobre las cepas peligrosas sin hacerlas transmisibles”. Pero observa que esto no ocurre, y en cambio no se ha aprendido casi nada con ese tipo de investigación: “cada mutación que ha sido destacada como importante por un experimento de ganancia de función, ya había sido destacada previamente por estudios completamente seguros… No hay nada a efectos de vigilancia que no supiéramos ya. Aumentar de esta manera los posibles patógenos pandémicos simplemente no vale la pena a la vista de los riesgos que se crean”. 

 La real incidencia de esos riesgos ha sido descrita en un completo trabajo de investigación de mayo de 2020 firmado por Sam Husseini. “Mucha gente está descartando la posibilidad de que la pandemia de COVID-19 haya llegado de un laboratorio. Es posible que no conozcan la frecuencia con que peligros biológicos escapan de los laboratorios“, es su primera frase. Solo en el año 2018 -explica la nota- el Federal Select Agent Program recibió ocho reportes de material biológico extraviado, y 193 de liberación involuntaria de un agente o toxina determinada. Un estudio de Martin Furmanski citado en el mismo trabajo cuenta de un escape de viruela de un laboratorio británico en los años 70, que llevó al suicidio al jefe del laboratorio, o a la encefalitis equina en Venezuela en 1995, o a la aftosa en Gran Bretaña en 2007, que estalló “a 4 km de un laboratorio de nivel IV de bioseguridad“. Más recientemente “hubo seis escapes distintos de virus SARS de laboratorios que lo estaban estudiando: uno en Singapur, uno en Taiwan, y cuatro de un solo laboratorio en Beijing“. Husseini cita a Richard Ebright, de la Universidad de Rutgers, “un eminente científico y uno de los pocos que escudriñan las bien financiadas redes de biodefensa/bioagresión”. Para Ebright “todo esto es increíblemente peligroso: ‘No es una ‘investigación sobre vacunas’. No es una investigación que proporcione información útil para prevenir o combatir brotes. Sólo se trata de un imprudente aventurerismo pseudocientífico a lo Indiana-Jones con alto riesgo de contagio del coleccionista, y de ahí, de contagio del público”. Y agrega que la recolección de miles de estos virus es “la definición misma de la locura”. 

 Por supuesto que hay política detrás de las posiciones de uno y otro lado. Pero el artículo de Independent Science limpia el terreno político de su maleza habitual: “De hecho, no hay duda de que Fox News Channel, el senador Tom Cotton y otros están tratando claramente de demonizar a China y de presentar a los laboratorios chinos como algo especialmente peligroso. La contrapartida liberal a esto es decir que los laboratorios chinos son estupendos, como los estadounidenses. Se excluye de esta “discusión” la verdad obvia: estos laboratorios son todos peligrosos y no hay ninguna distinción significativa entre la guerra biológica y la biodefensa. Y Estados Unidos ha impulsado de hecho una carrera armamentística de armas biológicas, como documenta Francis Boyle en su obra Biowarfare and Terrorism (2005).” 

 Otro trabajo, del sitio Swiss Policy Research, que hace un gran resumen de diversos puntos que desarrollamos por nuestro lado en este reporte, afirma que las dos pandemias globales recientes -poco relevantes ambas- fueron la Gripe Rusa de 1977, y la Gripe Porcina de 2009. Y que la investigación genética indica que un escape de laboratorio es el origen más probable en ambos casos. Pese a lo cual, en ambos la OMS descartó desde el comienzo que el origen haya sido ese. 

 También refiere al origen del SARS-CoV-1 de 2002. En general se asume un origen natural, pero al menos ha habido cuatro escapes documentados del virus, de laboratorios de nivel de bioseguridad 3 y 4, en Singapur, Taiwan y China.

 En resumen, tenemos poca evidencia reciente de zoonosis pandémicas nuevas transmitidas directamente de animales a humanos, pero si hay bastantes sospechas (entre ellas el antrax de 2001 y el SARS-CoV-1) de enfermedades aparecidas a partir de escapes de laboratorios que trabajan en la ganancia de función de virus que, en su estado natural, no son letales para el hombre. Esto no significa aun descartar la posibilidad de que el SARS-CoV-2 haya emergido directamente de la naturaleza por evolución en individuos contagiados que hayan dado lugar a rápidas mutaciones adaptativas del virus. Significa que afirmar obsesivamente la imposibilidad de que el virus haya emergido de un laboratorio -como veremos que, en principio inexplicablemente, se hizo por el establishment científico y mediático en 2020- es algo completamente sinsentido, a partir de la evidencia. 

 4 Dinero y proyectos militares detrás de la ganancia de función

 La historia de la creación en laboratorio de un virus como el SARS2 tiene antecedentes que se remontan al menos al comienzo de este siglo, pero para concentrarnos en sus momentos más dramáticos, vayamos primero a octubre de 2013, cuando un equipo integrado por Daszak, Zheng-Li Shi (así aparece el nombre de la mujer murciélago), Xing-Yi Ge y otros dice haber aislado por primera vez la secuencia de dos coronavirus de murciélago de herradura que están “mucho más estrechamente relacionados con el SARS-CoV que con cualquier coronavirus de murciélago previamente identificado, en particular en el dominio de unión al receptor de la proteína de la espiga. Y lo que es más importante, informamos del primer aislamiento registrado de un SL-CoV vivo (bat SL-CoV-WIV1) a partir de muestras fecales de murciélagos en células Vero E6, que tiene una morfología típica de coronavirus, una identidad de secuencia del 99,9% con Rs3367 y utiliza ACE2 de humanos, civetas y murciélagos de herradura chinos para entrar en la célula.” Shi Zhengli, la “mujer murciélago” Esos coronavirus de murciélago tendrían el potencial de cruzar la barrera de especies, aunque su potencial letalidad no está demostrada. En principio el trabajo muestra que serían inofensivos y fácilmente manejables por el sistema inmune humano. 

 Saltemos a diciembre del año 2015. Entonces aparece, en el volumen 21 número 12 de la prestigiosa Nature Medicine, un trabajo titulado: “Circula un grupo de coronavirus de murciélago parecidos al SARS que muestra potencial para emerger entre humanos“. El trabajo está firmado por un equipo multinacional cuyo autor principal es Ralph S. Baric. En el equipo participa como autor senior del lado chino Zheng-Li Shi y también Xing-Yi Ge. Ambos vienen del equipo que trabajaba con Daszak ya desde 2011, ambos del “Key Laboratory of Special Pathogens and Biosafety, Wuhan Institute of Virology, Chinese Academy of Sciences, Wuhan, China”. Los investigadores norteamericanos son en su mayoría de la Universidad de North Carolina en Chapel Hill, junto a algunos de la Universidad de Harvard, uno por la FDA, y Antonio Lanzavecchia, del Bellinzona Institute of Microbiology en Suiza. El estudio revela haber sido financiado por becas concedidas por el NIAID (dirigido por Anthony Fauci), por la Fundación Nacional para la Ciencia Natural de China, y por el PREDICT Project de la EcoHealth Alliance de Daszak. 

 El artículo fundamental en Nature Medicine. 
La revista ha agregado ahora una aclaración que intenta mantener a los científicos a salvo del peligro de las teorías conspirativas 

Ya hemos visto cómo las investigaciones en el Instituto de Virología de Wuhan estaban bajo el control del ejército chino y financiadas por ese Estado. Hagamos notar ahora el interés de la otra gran potencia, que tampoco está ausente, porque en realidad, el dinero de Daszak o parte de él viene, además de las mencionadas universidades y el Smithsonian y la UC Davis, también de una agencia o programa de investigación militar norteamericano -mencionado al pasar por el propio Daszak en su entrevista en Singapur como fuente de financiación-, la llamada DTRA (Defense Threat Reduction Agency), que tendría 25 biolaboratorios esparcidos en distintos países de la tierra trabajando en este tipo de actividades. “La mayor parte de su trabajo es secreto, e incluye proyectos en bioagentes y en patógenos con potencial pandémico” dice el sitio especializado Arms Watch recién referido. En él se informa que el llamado Lugar Center (en Tbilisi, capital de la República de Georgia) investiga el potencial pandémico de coronavirus de murciélago, lo que incluye un programa de estudio de 5000 murciélagos recolectados en Georgia, Armenia, Azerbadjian, Turquía y Jordania. Ese programa, de 6.54 millones de dólares, también está en manos de la EcoHealth Alliance de Peter Daszak. “Coincidentemente -observa el reporte-, el mismo contratista del Pentágono que lleva el programa del Departamento de Defensa norteamericano, la Eco Health Alliance, también coleccionó murciélagos y ha aislado coronavirus junto con los científicos chinos del Instituto de Virología de Wuhan.” 

 Peter Daszak, Presidente de la organización de caridad, sin fines de lucro, EcoHealth Alliance 

El tipo de virus guardados e investigados en esa localidad del ejército norteamericano da escalofríos por su potencial pandémico, pero no es tema de este informe ahondar en ello. 

 Pero más sorprendente aun es el nivel de involucramiento -y ocultamiento- de la EcoHealth Alliance con el dinero militar norteamericano. En un trabajo de investigación donde puede ampliarse la lectura para acceder a fuentes directas del gobierno, Sam Husseini observa: “Una investigación meticulosa de las bases de datos del gobierno de Estados Unidos revela que la financiación del Pentágono para la EcoHealth Alliance entre 2013 y 2020, incluyendo contratos, subvenciones y subcontratos, fue de algo menos de 39 millones de dólares. La mayor parte, 34,6 millones de dólares, procedía de la Agencia de Reducción de Amenazas de Defensa (DTRA), que es una rama del Departamento de Defensa que afirma tener la tarea de “contrarrestar y disuadir las armas de destrucción masiva y las redes de amenazas improvisadas“. 

 5 Cómo se fabrica un coronavirus letal 

 El trabajo de Baric et. al. de 2015 es un hito fundamental en la historia del SARS2, porque ahora no es que se haya identificado un potencial de contagio humano en virus naturales de murciélago (como era el caso en 2013): ahora se anuncia que se ha fabricado un coronavirus sintético, y esta vez, potencialmente letal. 

 He aquí un par de párrafos ilustrativos. Del propio abstract conocemos que el equipo ha logrado crear un coronavirus quimérico: “Usando el sistema genético reverso del SARS-CoV, generamos y caracterizamos un virus quimérico que expresa la espiga del coronavirus de murciélago SHC014 en la espina dorsal de un SARS-CoV adaptado a ratón. Los resultados indican que los virus del grupo 2b que codifican la espiga SHC014 en una espina dorsal silvestre pueden usar eficientemente múltiples ortólogos del receptor humano del SARS, la enzima II convertidora de la angiotensina (ACE2), replicarse eficientemente en células primarias de las vías aéreas humanas, y lograr títulos in vitro equivalentes a las cepas epidémicas del SARS-CoV. Adicionalmente, los experimentos in vivo demuestran la replicación del virus quimérico en pulmones de ratones vivos con notable patogénesis. La evaluación de las modalidades terapéuticas y profilácticas disponibles basadas en SARS revelaron poca eficacia; tanto los anticuerpos monoclonales como la aproximación en base a vacunas fueron incapaces de neutralizar y proteger de la infección del nuevo CoV que usa la nueva proteína espiga“. 

 El paper despliega luego completamente la metodología y resultados obtenidos. Un párrafo respecto de los intentos de contención de la infección dice, más adelante: “Trabajos previos mostraron que los DIV pueden neutralizar y proteger a los ratones jóvenes del desafío de un virus homólogo; sin embargo, la vacuna no fue capaz de proteger a los animales de mayor edad, en los cuales se observó la patología aumentada por inmunidad, indicando la posibilidad de que los animales sean dañados por la vacunación.“ 

 El trabajo culmina con una discusión política sobre la conveniencia o no de continuar con experimentos de ganancia de función de este tipo, el cual probablemente fue incluido como forma de atender, declarativamente al menos, el hecho de que el mismo fue publicado cuando la moratoria impuesta por el gobierno de Obama a este tipo de investigaciones ya estaba en vigor. Pero hay una salvedad que permite la publicación, pues los autores agregan al final el siguiente párrafo: “Los experimentos con los virus recombinantes de longitud completa y los virus recombinantes quiméricos SHC014 se iniciaron y realizaron antes de la pausa en la financiación de la investigación del GOF y, desde entonces, han sido revisados y aprobados para continuar el estudio por los NIH“. 

 Lejos de detenerse por la pausa gubernamental, el equipo siguió trabajando (aparentemente ahora sin la participación china), y publicó otro trabajo en 2016 que amplía y construye en base al anterior. 

 6 Fauci elude a la Casa Blanca y la ley norteamericana 

 ¿Qué pasó, mientras tanto, con la línea fundamental de investigación de ganancia de función con participación china? 

 La situación de financiación era complicada por entonces para el NIAID de Fauci. El decreto de Obama impedía comenzar nuevos programas, aunque el programa iniciado en 2014 antes de la moratoria obamiana, via la EcoHealth Alliance, había asegurado ya 3.7 millones de dólares a los investigadores chinos de Wuhan para continuar profundizando sus estudios de “vigilancia epidemiológica” que incluían el trabajo de ganancia de función hasta el año 2019. Parte de la investigación se siguió pues realizando en el Instituto de Virología de Wuhan, fuera del alcance o control de las autoridades norteamericanas, como lo revela con toda claridad Daszak en la entrevista que comentamos al principio. 

 Es que, luego del proceso de deliberaciones, la moratoria había sido levantada en diciembre de 2017 por el gobierno de Trump, pero no se volvió a la situación anterior de libertad completa para estas investigaciones. Lo que se hizo fue generar un mecanismo gubernamental de control, un panel de expertos llamado P3CO, al cual el NIH debería elevar todo proyecto que incluya ganancia de función o riesgos semejantes, para ser escrutado antes que la financiación correspondiente se otorgase. Simplemente, cuando Fauci envió la segunda fase del proyecto de ganancia de función en coronavirus a través de la EcoHealth Alliance -otros 3.7 millones de dólares por otros cinco años, 2019-2024, para el laboratorio cívico-militar chino- se las ingenió para evitar que el mismo fuese elevado a consideración del panel de expertos. Logró que no se notificase al panel, y cuando mucho después se le pidió cuentas de ello, argumentó que no lo hizo porque el trabajo no involucraba peligro de bioseguridad alguno. 

 El trabajo de ganancia de función continuó, desde luego, también de modo independiente en China. Más de 20 científicos chinos, la mayoría del Instituto de Virología de Wuhan, publicaron en Cell, en julio 2020, un paper que muestra su capacidad para usar ingeniería genética en ratones y contagiarlos luego con SARS-CoV-2 mostrando una letalidad inusual. Zheng-Li Shi es la autora principal, lo que muestra que sigue trabajando. Ralph Baric, el líder del proyecto de ganancia de función en EEUU, colaboró con ellos. 

 7 ¿El mercado de Wuhan? 

 Hasta ahora tenemos, pues, el siguiente panorama: científicos chinos y norteamericanos, trabajando en la investigación fundamental al menos en dos lugares distintos, Carolina del Norte e Instituto de Virología de Wuhan, desarrollan durante los años 2011 a 2019 estudios de ganancia de función y consiguen ya en 2015 crear un coronavirus quimérico altamente contagioso, capaz de infectar humanos, y que no reacciona ante las terapias disponibles entonces, incluyendo vacunas. 

 El trabajo es financiado por fuentes estatales (NIAID de Fauci), académicas, y militares, aunque los militares al mismo tiempo que usan la EcoHealth Alliance para enviar dinero a una investigación de ganancia de función en China, destinan otras sumas mucho mayores para desarrollar sus propias investigaciones en paralelo. Y en algunas de estas últimas también participa como contratista la EcoHealth Alliance de Peter Daszak. 

 Con todo este trabajo mayormente oculto de los ojos del público, en el otoño boreal de 2019 comienza a haber indicios sanitarios extraños en Wuhan. Los orígenes de la infección humana conocida ahora por COVID-19 siguen siendo oscuros -algo a lo que la proverbial falta de transparencia del gobierno chino contribuye-, aunque se ha avanzado ya lo suficiente para aclarar algunos detalles. No hay duda, luego de obtener los reportes iniciales del gobierno chino, que ya en octubre de 2019 había casos en los hospitales de Wuhan. Existen reportes de la prensa local ya en noviembre de 2019 que dan cuenta de ello. 

 Ante ello, hay una serie de eventos no explicados, y no se sabe si se deben a ignorancia, negligencia, o acción deliberada de parte de las autoridades chinas. Todos estos hechos están sobradamente comprobados, por lo que nos limitamos a enumerar algunos. El Mercado de Productos de Mar de Huanan, ciudad de Wuhan Ya el 26 de diciembre se tenían en China muestras analizadas que sugerían que estaba circulando un nuevo tipo de SARS, pero Wuhan no se cerró hasta el 22 de enero. El alcalde de Wuhan permitió la salida de 5 millones de personas de la ciudad en vuelos internacionales durante ese período sin que se hiciesen pruebas de ningún tipo a esa gente, permitiendo así una propagación generalizada a todo el mundo. Las autoridades chinas informaron originalmente que el virus no podía transmitirse de persona a persona. Pese a haber informado a las autoridades de la OMS de la circulación de “un nuevo tipo de neumonía” como se la conoció al comienzo, los periódicos de Wuhan no anunciaron eso a su propia población hasta la semana del 20 de enero. El comportamiento inicial de la OMS y de algunas personas en Estados Unidos -como el propio Anthony Fauci, o políticos notorios como Nancy Pelosi y John Biden (habló de “xenofobia histérica“) durante los meses de enero y febrero- fueron en el mismo sentido: minimizar la importancia del virus, y descartar que hubiese que tomar cualquier medida de prevención. Pelosi, por ejemplo, fue el 24 de febrero al barrio chino de San Francisco a apagar los miedos respecto del coronavirus que está haciendo que los turistas y consumidores no entren a las tiendas”. 

 DRASTIC es un grupo formado en internet para investigar los orígenes del SARS-CoV-2. Este grupo ha hecho hasta aquí un trabajo extraordinario, siendo los primeros en recuperar documentación fundamental para entender lo que pasó, aunque el trabajo continúa. Uno de esos documentos es un una carta enviada por el Comité de investigación formado por el Partido Comunista Chino (PCCh) a las autoridades de Wuhan, para que éstas recaben una serie de datos de las instituciones prestadoras de salud de la ciudad, para un período específico: octubre 1 a diciembre 10 de 2019. De acuerdo a esos datos, las autoridades obtienen lo que se cree los14 casos más tempranos, sin contacto alguno con el Mercado de Productos de Mar de Huanan. 

 En ese momento, un par de científicos chinos jóvenes publicaron un trabajo donde intentaban, cándidamente, explorar el origen del brote. Botao Xiao y Lei Xiao son (o eran) dos científicos sólidamente formados en Northwestern (Chicago) y Harvard, trabajando en la Universidad Tecnológica de China del Sur y en la Universidad de Ciencia y Tecnología de Wuhan. Ellos observaban que los murciélagos que se juzgaba responsables de cargar naturalmente la versión ZC45, entonces considerada origen del nuevo virus, viven en Yunnan o en Zhejiang, “ambas a más de 900 kilómetros del mercado de Wuhan… La probabilidad de que los murciélagos volasen a Wuhan es muy baja. De acuerdo a reportes municipales y de 31 residentes y 28 visitantes, el murciélago jamás fue una fuente de alimentación en la ciudad, ni ningún murciélago ha sido nunca vendido en el mercado“.

 Los autores muestran la proximidad entre uno de los centros de investigación involucrados con coronavirus de murciélago, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Wuhan. Este trabajo preliminar observaba que era mucho más probable que la infección hubiese salido de uno de esos dos centros. El estudio fue publicado el 6 de febrero en Research Gate (“The possible origins of 2019-nCoV coronavirus“), y fue retirado casi de inmediato. Los autores desaparecieron después del 26 de febrero, en que uno de ellos mandó una carta a un periódico norteamericano anunciando que habían retirado el trabajo debido a que tenía “inexactitudes científicas”, y luego de ello -reporta el Dr. Breggin que ha intentado hacerlo repetidamente- no ha sido posible contactarlos más. 

 Lugares donde se realiza la vigilancia de murciélagos en vida silvestre (Mojiang, Nanning…). La distancia a Wuhan es superior a 1000 km. 

8 Ocultamiento – La mujer murciélago se convierte en la heroína de Occidente 

 Sin limitarse naturalmente a ello, la hipótesis de que el virus saltó de un murciélago u otra especie intermedia a seres humanos, y que el Mercado de Productos de Mar de Huanan fue el lugar donde se dio ese salto, o los primeros contagios al menos, parece cada vez más improbable. Sin embargo, poco tiempo después de que el escape viral resultase una amenaza más concreta para Occidente, comenzó una operación mediática cuyo objetivo aparentemente principal fue establecer lo siguiente: no es posible discutir que el virus surgió de animales a humanos en el mercado de Huanan, y cualquier otra opción es claramente conspiranoia. Eso dice, por ejemplo, un artículo de Scientific American que tuvo gran impacto, publicado el 11 de marzo de 2020. Ese artículo cumple además con una premisa fundamental de toda narrativa: crea un héroe. En este caso se trata de una heroína, la “mujer murciélago” Shi Zhengli. El título la presenta como una valiente cazadora de virus, comenzando por el SARS y terminando con el “descubrimiento” del nuevo SARS2. El cuerpo de la nota la muestra como mujer modélica que desde principios del siglo recorre incansable las cuevas del sur de China para recolectar murciélagos y proceder a las actividades de “vigilancia” de las que nos hablaba Daszak al comienzo. Peter Daszak, por supuesto, es entrevistado también, y hace su speech sobre conservacionismo y como es “increíblemente importante” el trabajo que él y su EcoHealth Alliance organiza. Eso “previene que incidentes como estos vuelvan a ocurrir”. 

 La “Mujer murciélago” es pintada por Scientific American como una científica llena de sinceras preocupaciones por la especie humana, que en el momento que se conoció la expansión de la enfermedad por todo el mundo perdió el sueño hasta asegurarse de que el Instituto de Virología de Wuhan no tenía absolutamente nada que ver con el asunto: 

 “Utilizando una técnica llamada reacción en cadena de la polimerasa, que puede detectar un virus mediante la amplificación de su material genético, el equipo descubrió que las muestras de cinco de los siete pacientes tenían secuencias genéticas presentes en todos los coronavirus… Shi ordenó a su grupo que repitiera las pruebas y, al mismo tiempo, envió las muestras a otra instalación para secuenciar los genomas virales completos. Mientras tanto, revisó frenéticamente los registros de su propio laboratorio de los últimos años para comprobar si había habido algún mal manejo de los materiales experimentales, especialmente durante su eliminación. Shi respiró aliviada cuando llegaron los resultados: ninguna de las secuencias coincidía con las de los virus que su equipo había muestreado en las cuevas de murciélagos. “Eso me quitó un peso de encima”, dice. “Llevaba días sin pegar ojo”. 

 Esta declaración, cuya única garantía es la palabra de la investigadora china, fue tomada por muchos como una prueba definitiva. 

 Peter Daszak estuvo muy activo durante el tiempo en que hacía falta desarrollar esta estrategia, y desarrolla la explicación oficial en una entrevista de altos decibeles políticos que le realiza el portal progresista radical DemocracyNow! (una ONG financiada por lo más conspicuo de los capitales globalistas, como la Ford Foundation, el J.M, Kaplan Fund, laPark Foundation, la Lannan Foundation, etc.). La teoría de Daszak parte de un contagio casual, y un largo viaje. Es así: un hombre contagiado por recoger excremento de murcielago o por comer un murcielago… viaja al mercado que queda a cientos de metros de donde hay murciélagos estudiados en ganancia de función del virus (Instituto de Control y Prevención de Enfermedades de Wuhan, a donde mudó sus laboratorios de estudio de murciélagos el Instituto de Virología de Wuhan justo a fines de 2019), e infecta a otros asistentes al mercado. Léalo usted mismo: 

 “Ahora bien, ¿cómo llegó al mercado? Sabemos con certeza que el mercado de Wuhan fue parte de este brote, pero creemos que los primeros casos no estaban en el mercado. Y esto no es poco común. Hemos visto esto con muchos, muchos otros brotes de enfermedades, nuevos virus que surgen… Se filtran desde las zonas rurales a través de una persona que se infecta, tal vez en la provincia de Hunan, y luego se traslada a Wuhan, que tal vez sea parte del comercio de vida silvestre. Tal vez un agricultor se infectó, o los animales de un agricultor, y fueron enviados a los mercados. Estos mercados húmedos no son sólo lugares para vender animales salvajes; son lugares donde la gente se congrega. Vienen en masa. Circulan por ahí. Son lugares muy buenos para que un virus se propague. Y si una persona lo trae, o un animal, ese virus se propagará. Y parece que eso es lo que ha ocurrido aquí.” 

 9La carta de The Lancet. Y todo el que diga lo contrario defiende una “teoría conspirativa” 

 Aun antes del artículo que comentamos, The Lancet publicaba el 19 de febrero de 2020 una carta que cuenta con las firmas de Christian Drosten -el controversial propulsor de la versión adaptada del test PCR como ‘patrón oro’ de la pandemia desde Berlín-, junto a Peter Daszak y otros veinticinco nombres. El párrafo sustancial, luego de declaraciones de solidaridad con los colegas chinos trabajando “en primera línea” para combatir el virus, puede señalarse como el primer intento por imponer con fuerza el mote de “conspiranoico” a cualquiera que desafiase la visión ortodoxa. Dice así: 

 “El intercambio rápido, abierto y transparente de datos sobre este brote se ve ahora amenazado por los rumores y la desinformación sobre su origen. 

 Nos unimos para condenar enérgicamente las teorías conspirativas que sugieren que el COVID-19 no tiene un origen natural. Científicos de múltiples países han publicado y analizado los genomas del agente causante, el coronavirus del síndrome respiratorio agudo severo 2 (SARS-CoV-2),1 y concluyen de forma abrumadora que este coronavirus se originó en la fauna silvestre, al igual que tantos otros patógenos emergentes. Esto se ve respaldado por una carta de los presidentes de las Academias Nacionales de Ciencia, Ingeniería y Medicina de los Estados Unidos y por las comunidades científicas que representan. Las teorías conspirativas no hacen más que crear miedo, rumores y prejuicios que ponen en peligro nuestra colaboración global en la lucha contra este virus. Apoyamos el llamamiento del Director General de la OMS para promover la evidencia científica y la unidad por encima de la desinformación y las conjeturas. Queremos que ustedes, los profesionales de la ciencia y la salud de China, sepan que estamos con ustedes en su lucha contra este virus.” 

 La carta del Lancet apela, desde luego, a comunicar una espontánea y sincera convicción, sanamente enérgica, de condena a los que discutan la supuestamente “abrumadora” mayoría -la idea de que la ciencia se decide por mayorías es una mala idea que es fácil ver como se desliza también aquí. 

 El problema es que la carta no tiene nada de espontánea ni de sincera: fue coordinada por empleados de la EcoHealth Alliance y por Peter Daszak, quien en persona escribió el borrador, y la “cocinó” en emails que fueron obtenidos por la organización U.S. Right to Know. Fueron empleados de la misma EcoHealth quienes calificaron las preguntas iniciales sobre un posible origen del virus en el laboratorio como “teorías demenciales que deben ser refutadas”, y fue el mismo Daszak que desestimuló incluso a una de las firmantes, Rita Colwell, cuando ésta sugirió que de pronto sería bueno “citar algunas demostraciones sobre por qué el nCOV no es un virus de laboratorio”. La carta no cita ninguna. 

 Los conflictos de interés evidentes no fueron, como corolario, declarados en la carta: Rita Colwell y James Hughes son miembros del Consejo Directivo de EcoHealth; William Karesh es el Vice Presidente Ejecutivo de una de sus divisiones, y Hume Field es el Asesor en Ciencia y Políticas. En suma, es básicamente una carta de la EcoHealth Alliance con el agregado de Drosten y otros, siendo que la EcoHealth Alliance cobró millones de dólares por desarrollar virus quiméricos como el SARS-CoV-2 en laboratorio -la hipótesis que, desesperadamente, la carta se empeña en negar acusando a todos los que quieran investigarlo de “conspiranoicos”. 

 El conjunto de los emails filtrados sobre este caso puede consultarse aquí. Son 466 páginas muy ilustrativas. Uno de los emails en los que Daszek combina con sus empleados la carta de científicos cuyo norte fue rotular como “teoría conspirativa” cualquier alternativa a la transmisión zoonótica. Apareció en The Lancet Aparte de este egregio y pionero intento de coverup, existen una serie de publicaciones periodísticas que se dedicaron a repetir y reforzar la idea fuerza de la carta de Daszak y sus empleados: nadie que piense que el SARS2 surgió de un laboratorio es otra cosa que un lunático conspiranoico. “La Ciencia” ha concluido “abrumadoramente” que surgió directamente de la naturaleza. 

 Peter Breggin, que tiene en su haber una larga experiencia de pelea contra el establishment de la psiquiatría -y con bastante éxito relativo, debe decirse-, es rotundo al juzgar sobre todo este episodio de tapadura u ocultamiento:“El esfuerzo de la comunidad científica por cubrir la responsabilidad de China y su partido comunista… ha incluido la colaboración de figuras clave como Fauci y Gates, científicos en todo el mundo, las revistas de mayor reputación como The Lancet, los medios mainstream, y grandes estructuras como la OMS, el CDC y el NIH. Esto indica un nivel de corrupción que da mareos” (Breggin 81) 

 10 Otras perspectivas científicas evaden la censura

 Desgraciadamente para la ortodoxia Covid, la investigación científica independiente siguió su curso sin amilanarse por estos intentos de ejercer la autoridad. En un rotundo artículo en The Jerusalem Post el ex jefe del MI6 británico, Sir Richard Dearlove, declara ya en junio de 2020 haber visto un trabajo, firmado por los distinguidos científicos Birger Sørensen y Angus Dalgleish, que demostraba que el SARS2 había sido creado en un laboratorio. “Una primera versión vista por sugería que el COVID-19 se conociera como el “virus de Wuhan” y decía que estaba “más allá de toda duda razonable que el virus COVID-19 es de ingeniería”. Los autores señalaban originalmente: “Somos conscientes de que estos hallazgos podrían tener importancia política y plantear cuestiones preocupantes”. 

 Sin embargo, el artículo no fue aceptado para su publicación hasta que los autores lo redactaron de nuevo para eliminar las afirmaciones explícitas contra China. Tras las modificaciones, se consideró que la ciencia presentada en el artículo tenía suficiente valor para ser publicada en la Quarterly Review of Biophysics Discovery, presidida por destacados científicos de la Universidad de Stanford y la Universidad de Dundee”. 

 Pese a que debieron reescribir todo el artículo, se las ingeniaron para mantener el adjetivo clave, “quimérico”, que aparece tres veces en el artículo, incluyendo el abstract. La “ciencia” oficial censuró todo lo que indicaba el origen en el artículo original, pero los autores deslizaron esta clara indicación, como en un samizdat científico. Dearlove comenta “Este artículo se presentó a una… revista, que lo rechazó a la semana de recibirlo, y en el mismo periodo aceptó para su publicación dos o tres artículos chinos relacionados con el virus, en un plazo de 48 horas“. 

 Los mismos autores siguieron trabajando y prepararon un estudio mucho más completo que según afirman demuestra el origen artificial del virus. Debido a la virtual imposibilidad de que una revista científica acepte cualquier artículo que defienda la tesis del origen en laboratorio, el artículo más definitivo elaborado por Birger Sørensen, Angus Dalgleish y Andres Susrud, se ha tenido que publicar en la página web de una revista noruega llamada Minerva. 

 Minerva ha publicado una nota adjunta, en la que se informa de que “Sørensen y sus coautores presentan varios argumentos por los que consideran que un origen no natural del nuevo coronavirus es la explicación más lógica sobre cómo evolucionó el virus. Son las observaciones sobre la proteína espiga del virus SARS-CoV-2 las que llevan a Sørensen y a sus coautores a creer que el virus se ha originado en un laboratorio“. El trabajo de Sørensen centra su argumento, además, en un tema de especial interés actual: “En nuestro artículo dimos razones por las que los enfoques de vacunas basados en vectores de virus o vectores de ARN, que son la base de las ocho metodologías revisadas en Nature, tienen pocas probabilidades de resultar inmunogénicos, y por qué cualquiera de ellos, pero especialmente los modelos con vectores de ARN, pueden conllevar un riesgo significativo de potenciación dependiente de anticuerpos (ADE). Como hemos detallado en QRB-D, ya hemos visto esta historia durante más de treinta años en el fracaso de los tres enfoques principales de la vacuna contra el VIH, que predijimos, pero que no se creyeron” *** 

 Un segundo intento relativamente temprano de probar la conexión entre el SARS2 y las quimeras sino-norteamericanas de laboratorio fue inaugurado por una disidente, Li-Meng Yan, viróloga china de la Hong Kong School of Public Health. No se trata de una recién llegada al campo, pues había sido coautora en dos artículos sobre COVID-19 y sobre la transmisión del virus en animales, uno en Infectious Disease Lancet y el otro en Nature, dos periódicos tope en el mundo, aparte de otros trabajos. Yan escapó a los Estados Unidos y terminó publicando su informe sobre el origen del virus, disponible aquí. 

 Yan observa que las publicaciones científicas existentes que apoyan la teoría del origen natural se basan en gran medida en una única prueba como evidencia -un coronavirus de murciélago descubierto previamente llamado RaTG13, que comparte un 96% de nucleótidos en su secuencia de identidad con el SARS-CoV-2 . Sin embargo, la existencia de RaTG13 en la naturaleza y la veracidad de la conclusión central están siendo cuestionados ahora por científicos de todo el mundo. 

 Yan cree que “la teoría de que se han publicado datos científicos fabricados para desviar los esfuerzos del mundo en el rastreo del origen del SARS-CoV-2 se ha vuelto sustancialmente convincente y está entrelazada con la noción de que el SARS-CoV-2 es de origen no natural… Las pruebas demuestran que el SARS-CoV- 2 debe ser un producto de laboratorio creado utilizando los coronavirus de murciélago ZC45 y/o ZXC21 como plantilla y/o columna vertebral. Basándonos en las pruebas, postulamos además una ruta sintética para el SARS-CoV-2, demostrando que la creación en laboratorio de este coronavirus es conveniente y puede lograrse en aproximadamente seis meses.” 

 Yan apunta directamente a una creación del virus en laboratorios militares chinos, vinculados a la investigación en el Instituto de Virología de Wuhan. 

 “Cabe destacar que ZC45 y ZXC21 son coronavirus de murciélago que fueron descubiertos (entre julio de 2015 y febrero de 2017), aislados y caracterizados por los laboratorios de investigación militar de la Tercera Universidad Médica Militar (Chongqing, China) y el Instituto de Investigación de Medicina del Comando de Nanjing (Nanjing, China). Los datos y el trabajo asociado fueron publicados en 2018. Claramente, esta espina dorsal o plantilla (template), que es esencial a la creación del SARS-CoV-2, existe en estos y otros laboratorios de investigación.” 

 La explicación de por qué el virus empleado no es exactamente el de la “mujer murciélago”, respondería a que “para diseñar y crear un coronavirus dirigido a los humanos, tendrían que elegir un coronavirus de murciélago como plantilla/espina dorsal. Esto puede hacerse convenientemente porque muchos laboratorios de investigación han estado activamente recolectando coronavirus de murciélago durante las últimas décadas. Sin embargo, esta plantilla no debía, idealmente, ser una de las de la colección de la Dra. Zengli-Li Shi, considerando que es ampliamente conocida por haber estado involucrada en estudios de ganancia de función de coronavirus. 

 Por lo tanto los nuevos coronavirus de murciélago ZC45 y/o ZXC21, descubiertos por, y propiedad, de laboratorios militares, serían adecuados como plantilla/espina dorsal. También es posible que estos laboratorios militares hayan descubierto otros virus estrechamente relacionados en el mismo lugar y hayan mantenido algunos sin publicar. Por lo tanto, la plantilla real podría ser ZC45, o ZXC21, o un pariente cercano de ellos. La vía postulada que se describe a continuación sería la misma independientemente de cuál de los tres fuera la plantilla real.”

 Li-Meng Yan, virologa que ha escapado de China para dar su testimonio sobre lo que ella cree ha ocurrido Los comentarios finales del trabajo de Yan intentan resumir los argumentos principales a favor de la tesis del origen no natural: 

 “Aquí mostramos que existen evidencias genéticas dentro del gen de la espiga del genoma del SARS-CoV-2 (sitios de restricción que flanquean el RBM; codones raros en tándem utilizados en el sitio de eliminación de la furina insertada) y que sugieren que el genoma del SARS-CoV-2 debe ser un producto de la manipulación genética. Además, los conceptos probados, las técnicas bien establecidas y los conocimientos y la experiencia se encuentran en su lugar para la creación conveniente de este nuevo coronavirus en un corto período de tiempo. 

 Sin entrar a considerar los motivos, los siguientes hechos sobre el SARS-CoV-2 están bien respaldados: 

 1. Si fue un producto de laboratorio, el elemento más crítico en su creación, la espina dorsal/plantilla (ZC45/ZXC21), es propiedad de los laboratorios de investigación militar. 

 2. La secuencia del genoma del SARS-CoV-2 ha sido probablemente objeto de ingeniería genética, a través de la cual el virus ha adquirido la capacidad de dirigirse a los seres humanos con una mayor virulencia e infectividad. 

 3. Las características y los efectos patógenos del SARS-CoV-2 no tienen precedentes. El virus es altamente transmisible, de inicio oculto, dirigido a varios órganos, sin secuelas, letal y asociado a varios síntomas y complicaciones. 

 4. El SARS-CoV-2 provocó una pandemia mundial que se cobró cientos de miles de vidas y paralizó la economía mundial. Tiene un poder destructivo como ningún otro.” 

 Yan no se detuvo con este reporte, sino que aportó otro trabajo, en coautoría con dos colegas, en donde va más lejos que nadie: “SARS CoV-2 Es un arma biológica no restringida. Una verdad que se revela desenmascarando un fraude científico organizado en gran escala” (“SARS CoV-2 Is an Unrestricted Bioweapon: A Truth Revealed through Uncovering a Large-Scale, Organized Scientific Fraud”), donde denuncia directamente que estamos ante una “guerra irrestricta” (“irrestricted warfare”) lanzada por China contra los EEUU. Es probable que este artículo no dure mucho en su alojamiento original. 

 Desde luego, la Dra. Yan, epítome de la teoría conspirativa, fue acosada por los medios mainstream en Estados Unidos, y descalificada completamente de todas las formas concebibles. ***

Otros trabajos están siendo destacados por su organización y calidad argumental entre los que intentan mostrar el origen de laboratorio. Entre ellos, Rossana Segreto (Departamento de Microbiología, Universidad de Innsbruck, Austria) ha publicado recientemente un trabajo que repasa punto a punto todas las implausibilidades de la hipótesis “oficial”, hasta ahora, y llama a una investigación imparcial. Entre esas implausibilidades, coincidentes en parte con las de Yan, se encuentran “una baja tasa de evolución en la fase inicial de la transmisión; la falta de evidencia de eventos de recombinación; una alta unión preexistente a la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE2) humana; un nuevo inserto de sitio de corte de furina (FCS); un dominio plano de unión a gangliósidos (GBD) de la proteína de espiga que entra en conflicto con los patrones de supervivencia de evasión del huésped exhibidos por otros coronavirus; y un alto mimetismo de péptidos humanos y de ratón. 

 Por el contrario, las suposiciones iniciales contra un origen de laboratorio han quedado sin sustento. Además, más de un año después del brote inicial en Wuhan, todavía no hay pruebas claras de transferencia zoonótica desde un murciélago o una especie intermedia.”

 A estos trabajos deben unirse otros, que conforman un conjunto rechazado elocuentemente por el actual establishment científico y las revistas que lo representan. Referimos a una lista parcial de ellos en epílogo al final de este trabajo. 

 11 Una extraña complicación: los seis mineros de Mojiang 

 En mayo de 2020 se hizo conocida la teoría de que el RATG13 -el candidato oficial como espina dorsal del SARS2- había sido encontrado en una mina cerca de Mojiang, al sudoeste de China. Allí, seis mineros que habían estado limpiado excremento de murciélago cayeron seriamente enfermos, con un cuadro parecido al SARS. En 2012-13 los mineros estuvieron internados por hasta cuatro meses. Al final, tres de ellos fallecieron. Durante ese tiempo -como resume el ya citado estudio de Swiss Policy Research-, el Instituto de Virología de Wuhan recibió tejidos y muestras de sangre de los mineros enfermos. Fue gracias al hallazgo de una disertación de un estudiante de medicina chino, que se descubrió la conexión entre los mineros de Mojiang y el laboratorio de Wuhan, pues Zhengli-Li Shi había ocultado toda conexión en una entrevista en marzo, diciendo que los mineros en cuestión habían fallecido debido a un hongo. En julio 2020 una base de datos china mostraba que la fuente del RaTG13 había sido cambiada de “fluido pulmonar” de los mineros, a “excremento de murciélago”. En setiembre de 2019 (justo al borde de que comenzasen a ser notorios los primeros casos de la enfermedad) el Instituto de Virología de Wuhan borró una gran base de datos genéticos que tenía información sobre su colección de coronavirus de murciélago interespecies. 

 Finalmente, concluye la investigación suiza, un grupo de periodistas de la BBC -y también otros periodistas occidentales- intentaron visitar la mina de Mojiang y fueron detenidos por fuerzas de seguridad chinas. 

 12 Las preguntas fundamentales

 A esta altura de la investigación, algunas cosas podrían resumirse así. 

 La primera, la posibilidad de fabricar un virus quimérico que se comporte como el SARS-CoV-2 y cause el tipo de enfermedad que se ha visto en el último año como COVID-19 es segura. Ha sido realizada y publicada abiertamente en 2015, y ha sido reafirmada en trabajos posteriores de 2016 y 2018. Ese tipo de trabajo no solo es posible, sino que es “relativamente fácil de hacer” -algo que desliza al pasar Daszak en la entrevista inicial y confirma, por ejemplo, el trabajo de Yan, la que incluso da una especie de “manual paso a paso” que explica que en seis meses es posible tener una coronavirus quimérico patógeno humano partiendo de una “espina dorsal” viral previa existente, generando una proteína espiga modificada, y trabajando luego sobre ratones modificados genéticamente para que presenten el receptor humano ACE2. Los pulmones de esos ratones son eficazmente infectados, y en ellos se produce un proceso de mutación adaptativa que acelera el logro de variantes aun más infectivas y letales. 

 Pese a que esto surge directamente de la literatura científica publicada, la estrategia de “cover up” seguida por el establishment científico incluyó eventos casi graciosos. Por ejemplo el fact cheker snopes.com, que se declara el “sitio definitivo de chequeo de datos en todo internet” reunió “expertos” para refutar el informe de Yan. Uno de ellos dijo que hacer un SARS-CoV patogénico en un laboratorio era “una hazaña prácticamente imposible”. Otro declaró que sería menos probable lograr eso que romper en fragmentos minúsculos un soneto de Shakespeare, luego hacer lo mismo con un diccionario, mezclarlos, y obtener de vuelta el soneto de Shakespeare. Aparentemente, como lo observa el Dr. Breggin, “ninguno sabía que lo supuestamente imposible ya se había hecho por el esfuerzo de colaboración sino-norteamericano, financiado por Fauci y documentado en numerosos trabajos publicados, y descrito por Yan en su primer paper, por cierto”. 

 Con esto aclarado, se abren al menos cuatro hipótesis respecto del origen del virus, y otras tantas respecto de lo que ocurrió para que se infectase a una parte visible de la población mundial. No podemos hacer otra cosa que describirlas aquí, sin tener opinión sobre cuál sea la más probable. 

 12.1 Las hipótesis que se manejan sobre el origen: 

 1- El nuevo virus surge de los estudios de ganancia de función sino-norteamericanos promovidos y financiados por el Dr. Fauci y su NIAID, el pentágono y sectores de la academia, realizados en Fort Detrick (Carolina del Norte) y en el Instituto de Virología de Wuhan entre 2014 y 2019, a partir de coronavirus de murciélago recolectados por la sección china de ese equipo de investigación. Los experimentos concretos exitosos de “ganancia de función” habrían sido logrados por Xing-Yi Ge del lado chino, y por Ralph Baric del lado norteamericano. 

 2- El nuevo virus surge de un trabajo realizado sobre una variante del virus que infectó a los mineros de Mojiang, el cual fue desarrollado en el Instituto de Wuhan. Ese virus RaTG13 puede haber sido la fuente original -ya mutada y adaptada parcialmente en los pulmones de los mineros internados- que luego dio origen al virus pandémico que conocemos. Existen indicios de que un desarrollo sobre ese virus original, ya patogénico, fue realizado entre 2017 y 2018 -pese a que tomó hasta 2020 a Shi Zhengli y su equipo presentar una descripción de un virus que, como se hizo conocido hace poco, ya conocían hacía 7 años (aunque Daszak negó que nadie en Wuhan “volvió sobre esas muestras” de los mineros de 2013, hay evidencia mostrada por Alina Chan de que esa base de datos fue accedida repetidamente en los años 17 y 18).

 3- El nuevo virus surge de un trabajo desarrollado de modo independiente por los militares chinos, como sugiere Yan, que usaron la cobertura del instituto de Wuhan -o que trabajaron en colaboración con el equipo anterior, o tomaron y continuaron el trabajo iniciado por éstos por su cuenta. Documentos a que accedió en los últimos días, por ejemplo, el británico The Daily Mail “detallan un importante proyecto denominado ‘Descubrimiento de patógenos transmitidos por animales salvajes’, que se propuso encontrar organismos que pudieran infectar a los humanos e investigar su evolución. Se puso en marcha en 2012 y fue financiado por la Fundación Nacional de Ciencias Naturales de China. El proyecto fue dirigido por Xu Jianguo, quien presumió en una conferencia en 2019 de que “se está formando una gigantesca red de prevención y control de enfermedades infecciosas”. El profesor también dirigió el primer grupo de expertos que investigó la aparición del Covid en Wuhan. Inicialmente negó la transmisión humana, a pesar de las pruebas de los hospitales, y luego insistió aun a mediados de enero 2020 en que ‘esta epidemia es limitada, y terminará si no hay nuevos casos la próxima semana’. 

 4- El nuevo virus surge de un trabajo del ejército norteamericano en alguna de sus instalaciones de desarrollo de armas biológicas, esparcidas en distintos países del mundo. El trabajo de laboratorio en China, a través de la EcoHealth Alliance, puede haber aportado a filtrar información de contraespionaje hacia estos objetivos militares norteamericanos.

5- El nuevo virus salió directamente de murciélagos viviendo en estado natural -acaso a través de un huésped intermedio no identificado- y de alguna forma llegó al Mercado de Productos del Mar de Huanan o a otro punto de la ciudad de Wuhan, desde donde se esparció sin que las autoridades chinas pudieran hacer nada para contener su transmisión al resto del mundo. 

 12. 2 Con respecto a la emergencia del virus en la población, las posibilidades son al menos estas: 

 1- El virus se escapó accidentalmente del laboratorio de Wuhan, o del Centro de Control de Enfermedades, también en Wuhan -este, en particular, se encuentra a menos de 300 metros del ya famoso Mercado de Productos de Mar de Huanan. El escape accidental se pudo haber producido debido a que miembros del laboratorio se hayan infectado ellos mismos. Además de la denuncia -aun no sustanciada con documentos probatorios- avanzada por el Departamento de Estado norteamericano en enero, existen indicios de que habría habido enfermos en el laboratorio en el otoño. Por ejemplo, el perfil de Huang Yanling fue borrado a fines de 2019 o principios de 2020 del sitio del IVW. Luego el Instituto alegó que la mujer no trabajaba allí desde el 2015; sin embargo, una foto del 2018 la muestra junto al equipo del IVW. Desde fines de 2019 Huan Yanling parece haber desaparecido. Fuentes del Departamento de Defensa de los Estados Unidos argumentan que ella sería la “paciente cero”. 

 Hay quienes plantean, como se verá al final, una teoría más completa que incluye el hecho de que el virus escapado es el resultado de un intento -catastróficamente fallido- de encontrar una “vacuna universal” contra los coronavirus. Esta hipótesis explicaría los notorios esfuerzos de las autoridades chinas y sus aliados norteamericanos -Daszak, Fauci…- por desarrollar una gigantesca operación de cover-up, insistiendo sobre el origen natural del virus, e incluso provocando una respuesta exagerada por no poder estar seguros del comportamiento ni del potencial letal real del patógeno liberado. Esto explicaría la reacción de Trump y otros líderes políticos a los que se habría instruido de esa incertidumbre. 

 2. El virus fue sembrado adrede, en principio en una operación militar del ejército chino. Esto explicaría el impacto desigual de la pandemia en China y en Occidente -en efecto, una regla básica de la guerra biológica es que nunca se deja escapar un agente patógeno para el que uno mismo no tiene antídoto. 

 La práctica inexistencia de la pandemia en China, en caso de aceptarse, apunta en esta dirección. También las maniobras de ocultamiento y desorientación iniciales. También los mensajes enviados a Occidente sobre la manera correcta de reaccionar con cierres estrictos y aislamiento social -algo que China solo practicó por un período breve y en lugares limitados de su territorio, pero que en Occidente contribuyó a la exageración de la respuesta y su tempranamente denunciada irracionalidad. También la devastación social, económica y en todos los planos que la pandemia parece estar causando en Occidente, especialmente en el principal rival comercial de China, los Estados Unidos. El hecho de que China haya sido la única de las economías mayores que ha crecido más de 2% durante 2020 muestra que, sea cual haya sido el evento, China fue favorecida por él y el resto del mundo, en particular sus rivales, perjudicados en alguna medida. También se ha reportado un aumento sustancial de la fortuna de los principales multimillonarios chinos, la que supera a sus contrapartes de Occidente. Finalmente, el avance en Occidente de elementos ideológicos característicos hasta ahora del régimen chino -aumento del colectivismo y pérdida de libertades individuales, mayor control social a partir de la tecnología, censura de las redes sociales y mayor manejo centralizado del discurso público, debilitamiento de los poderes locales con deslegitimación y endeudamiento masivo, avance hacia el dinero electrónico, debilitamiento esperable del dólar y de los mercados bursátiles en Estados Unidos en los próximos meses, etc. Todos ellos apuntan en la dirección política de un fortalecimiento de China y sus concepciones sociales y filosóficas, y un debilitamiento parejo de Estados Unidos, Europa occidental, y su zona de influencia. 

 Hay sectores en Occidente, sin embargo, que no han sido perjudicados especialmente por la situación, especialmente filántropos involucrados de múltiples formas con China, financiadores de programas no gubernamentales, bucrócratas de alto rango, políticos, académicos, y algunas de las grandes corporaciones transnacionales, especialmente las tecnológicas y algunas empresas vinculadas a la banca, salud y farmacia -empezando por los fabricantes de vacunas, desde luego. Muchos de estos actores de elite y grandes conglomerados corporativos globales tienen negocios, programas de investigación, grandes inversiones y/o intereses comunes con China, y son por tanto sensibles a los puntos de vista e intereses chinos. 

 Nada de lo anterior prueba ninguna de las dos hipótesis, desde luego, pero son fenómenos que no pueden ignorarse al considerar las distintas hipótesis. 

 Sobre la segunda posibilidad, alguna forma de liberación calculada del virus, transcribimos un fragmento de un libro editado por el PCCh en 1999 porque está siendo citado repetidamente por fuentes británicas y australianas en los últimos días, sin que esas mismas fuentes aclaren si tienen más información que no están revelando aun: 

 “El concepto de “Guerra irrestricta” refiere a un nuevo tipo de acciones que parecen “no ser de guerra”, pero constituirán la guerra del futuro. Un tipo de guerra que trasciende todas las fronteras y límites. … En términos de la guerra irrestricta, no hay ya distinción entre lo que es y no es campo de batalla. Los espacios naturales incluyendo la tierra, los mares, el aire, y el espacio, son campos de batalla, pero los espacios sociales como lo militar, lo político, la economía, la cultura, y la psique, también son campos de batalla. Y el espacio tecnológico que liga estos dos grandes espacios es aun más un campo de batalla, sobre el cual ninguno de los antagonistas escatima recursos para contender”. 

Mucho de este tipo de guerra ocurre sin ninguna declaración explícita de que está ocurriendo. *** 

 ¿Qué pasó realmente? Por supuesto, nadie -salvo gente muy directamente involucrada en lo que sea que haya pasado- lo sabe a ciencia cierta aun. Lo que sabemos es que la hipótesis oficial, vuelta a reafirmar con tibieza por la OMS recientemente luego de su misión a China, de “esto fue una zoonosis común” hace agua, y por el momento se seguiría requiriendo una apertura de información tanto de China como de Estados Unidos. En el actual panorama político, ambas cosas son poco probables. 

 Epílogo: Daszak se ha investigado a sí mismo, y no ha encontrado nada preocupante 

 Se han constituido hasta el momento dos grupos “oficiales” con la función de investigar el origen del SARS-CoV-2. Uno lo armó la Organización Mundial de la Salud. El otro, la revista The Lancet. Se anuncia un tercero que -acaso para completar la tríada ofreciendo garantías de imparcialidad-, presidirá Bill Gates. 

 El grupo de la OMS buscaba, desde su declaración misma de constitución, comprobar que de ninguna manera surgió de un laboratorio chino, sino “identificar la fuente zoonótica del virus y la vía de introducción en la población humana, incluido el posible papel de los huéspedes intermedios.” 

 En la página 118 del informe final que el grupo produjo, se considera por fin la hipótesis de que haya surgido a partir de un incidente en laboratorio. “No consideramos la hipótesis de una liberación deliberada o de una bioingeniería deliberada del SARS-CoV-2 para su liberación, esto último ha sido descartado por otros científicos tras los análisis del genoma (3). 

 El informe parece dar una pequeñísima posibilidad de apertura cuando dice, en la página siguiente: “En el Instituto de Virología de Wuhan se ha secuenciado la cepa de CoV RaTG13 más cercana conocida (96,2%) al SARS-CoV-2 detectado en hisopos anales de murciélagos. El laboratorio del CDC de Wuhan se trasladó el 2 de diciembre de 2019 a una nueva ubicación cerca del mercado de Huanan. Este tipo de traslados puede ser perturbador para las operaciones de cualquier laboratorio.” Pero esto es rápidamente descartado de plano, en el párrafo siguiente, que sintetiza en una página las numerosas razones para que el informe haya descartado de plano la hipótesis de un “incidente de laboratorio”. Y se concluye: “En vista de lo anterior, se consideró extremadamente improbable un origen de laboratorio de la pandemia.“ 

 Yendo a la nota 3 (la que se usa para justificar que no se haya siquiera considerado la posibilidad de una liberación adrede del patógeno), el lector verifica que el estudio citado es el de Nature Medicine que a todos los efectos debe ser considerado la versión oficial sobre el origen estrictamente natural de la pandemia: Andersen, K. G., Rambaut, A., Lipkin, W.I., Holms, E. C., Garry, R. F., 2020, “The proximal origin of SARS-CoV-2”. Nat Med. https://doi.org/10.1038/s41591-020-0820-9 

 Pero no es posible dejar de mencionar, aunque parezca indelicado con un científico respetado como Lipkin, que ese estudio tiene un conflicto de intereses apreciable, debido -al menos- a la conexión entre Ian Lipkin y el gobierno chino. 

 En efecto, el 7 de enero de 2020, “el gobierno de China honró a Ian Lipkin con una medalla que reconoce su profundo impacto en su país. Durante casi 20 años, Lipkin, catedrático de epidemiología John Snow y director del Centro de Infección e Inmunidad (CII) de la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia, ha trabajado estrechamente con científicos y funcionarios de China para reforzar su sistema de salud pública y proteger a su población de los brotes de enfermedades infecciosas.” China está muy agradecida por el trabajo científico de Lipkin en ocasión de la pandemia de SARS-CoV-1 en 2003. “Desde 2003, Lipkin ha presentado más de 20 conferencias en China, en particular en las inauguraciones del Instituto Pasteur de Shanghái en 2004 y del Centro de Enfermedades Infecciosas de Pekín dos años después. En 2016, fue galardonado con el Premio a la Cooperación Científica y Tecnológica Internacional de China, entregado en el Gran Salón del Pueblo de Pekín, presidido por el Presidente Xi Jinping.“

 La comisión de la OMS estuvo compuesta por 17 miembros chinos, entre ellos Shi Zhengli, y 10 miembros de otras naciones, que fueron aprobados uno a uno por China. Entre ellos, Peter Daszak. 

 *** 

 Pese al golpe a la credibilidad que sufrió The Lancet al haberse prestado a publicar un estudio fraudulento sobre la hidroxicloroquina que debió ser retirado, y pese a haber publicado antes aun la carta que hemos comentado la que también terminó en escándalo, la revista subió la apuesta y creó en julio una “Comisión COVID-19 del Lancet” con objetivos poco menos que megalómanos: “hacer recomendaciones para fortalecer la eficacia de nuestras instituciones críticas” [se refiere a las grandes organizaciones internacionales como Naciones Unidas, OMS, UNICEF, FAO, etc etc.]. También expresa que es “extremadamente importante que la investigación de los orígenes del SARS-CoV-2 proceda… de un modo científico y objetivo que no esté afectado por agendas geopolíticas ni desinformación“.

 Acto seguido, The Lancet fue y decidió que la persona que debía presidir esa comisión objetiva y sin agendas ocultas era… -sí, el lector lo adivinó-: Peter Daszak. 

 Epílogo conspiranoico para lectores perseverantes 

 Regalamos al lector que haya llegado hasta aquí este fragmento sin firma de lo que, por el momento, debe considerarse estrictamente ficción conspiranoica. Quizá el lector aun más curioso se vea movido a hacer el viaje a este y muchos otros documentos, por ahora conocidos por los pocos que se aventuran a deambular entre los archivos del grupo DRASTIC, al cual este informe saluda al retirarse:

 “El SARS-CoV-2 es un coronavirus circulante derivado de una vacuna (cVDCV) que surgió del trabajo realizado originalmente en la Universidad North Carolina, la única institución del mundo que ha intentado diseñar una vacuna viva atenuada para el SARS, donde también fueron pioneros en la ingeniería del tipo de coronavirus quiméricos similares al SARS que se necesitarían como plantillas para la atenuación, e hicieron todo lo posible para ignorar o eludir las restricciones sobre la investigación de ganancia de función – ocultamiento que aún continúa, ya que se niegan a revelar los detalles genómicos relacionados con los accidentes de laboratorio que se produjeron durante la citada investigación, financiada con fondos públicos. 

 Investigadores notorios del Instituto de Virología de Wuhan estuvieron asociados con este trabajo controvertido y experimental sobre los coronavirus, e intentaron continuarlo en un programa experimental de vacunación oral viva atenuada similar al SARS para los militares chinos, sin tener en cuenta la naturaleza cuántica de las matemáticas subyacentes al comportamiento de las cuasiespecies -una vez que se dieron cuenta de lo que estaba pasando y de que la desatenuación ya estaba ocurriendo fuera de control después de los Juegos Militares de Wuhan, reabrieron el contacto con el Dr. Charles Lieber debido a su trabajo sobre los nanocables que distinguen los virus, lo que finalmente condujo a su arresto (*) y al comienzo del mayor y más coordinado encubrimiento de la historia del mundo, ya que tanto las entidades farmacéuticas como las de defensa implicadas en esta investigación tienen un gran interés en que la atención se desvíe del paso en serie y del trabajo experimental de las vacunas, al igual que la clase multimillonaria que quiere utilizar la investigación de ganancia de función para juguetear sin restricciones en el genoma humano. 

 Cuento tan antiguo como el tiempo, muerte tan antigua como la rima: Cuando los ricos juegan a ser Dios, son los pobres los que mueren.“ 

 —– (*) CHARLES LIEBER, químico líder a nivel mundial, pionero en nanociencia y nanotecnología; en 2012 se le dio el premio Wolf de Química en Israel. 

 El 28 de enero de 2020, Lieber fue acusado de dos cargos federales por hacer una declaración materialmente falsa, ficticia y fraudulenta sobre sus vínculos con una universidad china. El 9 de junio de 2020, el Departamento de Justicia acusó a Lieber de cargos de declaración falsa alegando que, sin saberlo la Universidad de Harvard y a partir de 2011, Lieber se convirtió en un “científico estratégico” en la Universidad Tecnológica de Wuhan (WUT) en China. 

 Epílogo 2 
 Algunos de los estudios científicos que desarrollan la hipótesis de un origen del virus a partir de la ganancia de función en laboratorio

Lin, X. & Chen, S. Major Concerns on the Identification of Bat Coronavirus Strain RaTG13 and Quality of Related Nature Paper. Preprints, 2020060044 (2020). 

Bengston, D. All journal articles evaluating the origin or epidemiology of SARS-CoV-2 that utilize the RaTG13 bat strain genomics are potentially flawed and should be retracted. OSFPreprints, DOI: 10.31219/osf.io/wy89d (2020). 

Segreto, R. & Deigin, Y. Is considering a genetic-manipulation origin for SARS-CoV-2 a conspiracy theory that must be censored? Preprint (Researchgate) DOI: 10.13140/RG.2.2.31358.13129/1 (2020). 

Rahalkar, M.C. & Bahulikar, R.A. Understanding the Origin of ‘BatCoVRaTG13’, a Virus Closest to SARS-CoV-2. Preprints, 2020050322 (2020). 

Rahalkar, M. & Bahulikar, R. The Abnormal Nature of the Fecal Swab Sample used for NGS Analysis of RaTG13 Genome Sequence Imposes a Question on the Correctness of the RaTG13 Sequence. Preprints.org, 2020080205 (2020). 

Singla, M., Ahmad, S., Gupta, C. & Sethi, T. De-novo Assembly of RaTG13 Genome Reveals Inconsistencies Further Obscuring SARS-CoV-2 Origins. Preprints, 2020080595 (doi: 10.20944/preprints202008.0595.v1) (2020). 

 Zhang, D. Anomalies in BatCoV/RaTG13 sequencing and provenance. Preprint (zenodo.org), https://zenodo.org/record/3987503#.Xz9GzC-z3GI (2020). 

 Robinson, C. Was the COVID-19 virus genetically engineered? (https://gmwatch.org/en/news/latest- news/19383, 2020). 

Robinson, C. Another expert challenges assertions that SARS-CoV-2 was not genetically engineered. (https://gmwatch.org/en/news/latest-news/19383, 2020). 

Sørensen, B., Dalgleish, A. & Susrud, A. The Evidence which Suggests that This Is No Naturally Evolved Virus. Preprint,
https://www.minervanett.no/files/2020/07/13/TheEvidenceNoNaturalEvol.pdf (2020). 

Zhang, B. SARS-CoV-2 Could Come from a Lab – A Critique of “The Proximal Origin of SARS-CoV-2” Published in Nature Medicine. (https://www.linkedin.com/pulse/sars-cov-2-could-come-from-lab- critique-proximal-origin-billy-zhang?articleId=6651628681431175168#comments- 6651628681431175168&trk=public_profile_article_view, 2020).

 Sirotkin, K. & Sirotkin, D. Might SARS‐CoV‐2 Have Arisen via Serial Passage through an Animal Host or Cell Culture? BioEssays, https://doi.org/10.1002/bies.202000091 (2020). Seyran, M. et al. Questions concerning the proximal origin of SARS-CoV-2. J Med Virol (2020). Compartir

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